jueves, 17 de diciembre de 2015

La fortuna o la muerte

¿Qué es lo que es siempre y no deviene, y qué lo que deviene
continuamente pero nunca es?
(Platón, Timeo)

Figuras hay, en la historia universal, que bajo distintos nombres se repiten a través de los siglos y de modo tenaz. Son como símbolos, fácilmente reconocibles, que en tiempos y escenarios diversos cumplen, casi sin variación, destinos análogos. En este sentido, la historia recuerda a la comedia del arte italiana, donde incontables actores se suceden para interpretar los determinados y contados roles de un drama premeditado.
Sólo que al hombre tras la máscara y la mímica, al individuo tras los actos y las palabras, al sujeto velado por el símbolo, no lo registra la historia; éste queda siempre anónimo y en misterio, guardado como en un secreto, bajo triple sello, en el fondo de su exclusivo ser.
        Tal es el caso de Concino Concini, favorito de una reina, aborrecido por grandes y pequeños, fuente de acres resentimientos para un joven rey.
Hasta nuestros días, su nombre ha encarnado el símbolo del hermoso aventurero a quien no arredra ningún límite moral a la hora de satisfacer su descomedida sed de premios y ventajas terrenas; de aquel, sí, que de la nada sabe hacer una gran ventura merced a su buena suerte con las mujeres.
Así lo conocemos, así nos lo revela la trama histórica, con rasgos que son comunes a otros tantos personajes situados en pareja coyuntura; pero del hombre impar nada o poco sabemos. Se trata de un fantasma que se ha desvanecido en la noche que ensombrece su memoria; ya que, huelga decir, hablamos de un símbolo oscuro.

Desandar, pues, el negro rastro de este fantasma mancillado puede resultar un viaje peligroso hacia la esencia misma del odio que lo desnaturalizó. Tal es, sin embargo, el viaje que propone La fortuna o la muerte. Una marcha alucinante bajo amenazas de sangre, rugidos de tormenta y complicados signos que se ahondan en el misterio de un hombre: ni todo luz ni todo sombra, roído por apetitos propios y ajenos, enredado en los hilos de una trama demasiado grande para ser comprendida incluso por él ‒la trama de su destino.