jueves, 18 de diciembre de 2014

Prólogo para El símbolo de lo enorme


"Homo sum, humani nihil a me alienum puto" (hombre soy, y nada humano me es ajeno), escribió Publio Terencio Africano en su comedia El enemigo de sí mismo.
        Difícil valerse de esta casuística tratándose de un personaje como Gilles de Rais, a quien su tiempo condenó a las llamas por maldito y hereje, y una modernidad mejor afianzada en los diagnósticos clínicos califica hoy de demente.
Lo cierto es que en vano le buscaríamos paralelos a este desigual personaje en la historia; no los tiene. Él es solo y sin par, y su mera evocación basta para plantear toda suerte de incógnitas de peligroso abordaje.
Pues, ¿quién, antes o después, ha golpeado con mayor desesperación los portalones del Cielo y del Infierno?, ¿quién se ha esforzado tanto en ganar para sí propio la santidad como en apresurar su propia perdición? La luz y las tinieblas lo atrajeron con parejo magnetismo, y el héroe y el demonio cohabitaron alternativamente en su carácter diverso. Y acaso, para no faltar a ninguno de los opuestos que con tal ímpetu tironeaban de su alma dubitativa, Gilles de Rais construyó un puente odioso entre lo encomiable y lo aborrecible.
Seguramente, tras pasar revista a los hechos de su despareja y escandalosa existencia, sentiremos la tentación de tildarlo de “monstruo” y reprobar sus actos como “inhumanos”. Pues tanto así se tensa la cuerda de nuestra indulgencia y comprensión ante él. No obstante, ello podría llevarnos a obviar la fórmula de Terencio y eludir la responsabilidad que según ella nos toca.
En efecto, como monstruo, Gilles de Rais no nos incumbe, se pierde en la bruma ilusoria de una dimensión fantástica desde la cual no nos puede dañar, todo lo más puede horripilarnos. Como hombre, en cambio, y siguiendo la fórmula latina ya mencionada, es que el personaje se hace aterrador más allá de lo soportable y que impone un embarazoso desafío. Pues acaso lo más difícil y delicado a la hora de abordar la figura de Gilles de Rais, no sea constatar aquello de lo que un monstruo es capaz, sino de lo que pudo ‒o puede‒ ser capaz un hombre.


Próximamente en Relatos en un reloj de arena I, E-ditarx. 

miércoles, 3 de diciembre de 2014






Donde expira el viento

Mi relato Donde expira el viento ha sido galardonado con el 1° Premio Género Cuento en el 1° CERTAMEN LITERARIO "DR. JUAN ATILIO BRAMUGLIA”

¡Gracias CENTRO NATIVOS PUNTALTENSES! ¡Gracias a los miembros del jurado! ¡Gracias Punta Alta!
La relación completa de los resultados del Certamen en el siguiente enlace.

domingo, 30 de noviembre de 2014


El símbolo de lo enorme

Un avance de El símbolo de lo enorme; relato seleccionado para formar parte del primer volumen de la antología: Relatos en un reloj de arena, próximo a ser publicado por E-ditarx. ¡Gracias E-ditarx!  


«Hay monstruos de virtud, hay monstruos de refinamiento y hay monstruos de depravación, vicio y maldad. Mi tragedia fue haber hallado sitio para todos ellos en mi seno». El escritor argentino Ricardo Giraldez nos narra la metamorfosis de un noble del siglo XV, Gilles de Rais, cuyas atrocidades convulsionaron a la sociedad francesa.