"Homo sum, humani
nihil a me alienum puto" (hombre soy,
y nada humano me es ajeno), escribió Publio Terencio Africano en su comedia El
enemigo de sí mismo.
Difícil
valerse de esta casuística tratándose de un personaje como Gilles de Rais, a
quien su tiempo condenó a las llamas por maldito y hereje, y una modernidad mejor
afianzada en los diagnósticos clínicos califica hoy de demente.
Lo cierto es que en
vano le buscaríamos paralelos a este desigual personaje en la historia; no los
tiene. Él es solo y sin par, y su mera evocación basta para plantear toda
suerte de incógnitas de peligroso abordaje.
Pues, ¿quién, antes
o después, ha golpeado con mayor desesperación los portalones del Cielo y del
Infierno?, ¿quién se ha esforzado tanto en ganar para sí propio la santidad como
en apresurar su propia perdición? La luz y las tinieblas lo atrajeron con
parejo magnetismo, y el héroe y el demonio cohabitaron alternativamente en su carácter
diverso. Y acaso, para no faltar a ninguno de los opuestos que con tal ímpetu
tironeaban de su alma dubitativa, Gilles de Rais construyó un puente odioso
entre lo encomiable y lo aborrecible.
Seguramente, tras
pasar revista a los hechos de su despareja y escandalosa existencia, sentiremos
la tentación de tildarlo de “monstruo” y reprobar sus actos como “inhumanos”.
Pues tanto así se tensa la cuerda de nuestra indulgencia y comprensión ante él.
No obstante, ello podría llevarnos a obviar la fórmula de Terencio y eludir la
responsabilidad que según ella nos toca.
En efecto, como
monstruo, Gilles de Rais no nos incumbe, se pierde en la bruma ilusoria de una
dimensión fantástica desde la cual no nos puede dañar, todo lo más puede
horripilarnos. Como hombre, en cambio, y siguiendo la fórmula latina ya
mencionada, es que el personaje se hace aterrador más allá de lo soportable y
que impone un embarazoso desafío. Pues acaso lo más difícil y delicado a la
hora de abordar la figura de Gilles de Rais, no sea constatar aquello de lo que
un monstruo es capaz, sino de lo que pudo ‒o puede‒ ser capaz un hombre.
Próximamente en Relatos en un reloj de arena I, E-ditarx.
Próximamente en Relatos en un reloj de arena I, E-ditarx.